“Quien se atreve a enseñar, nunca debe dejar de aprender.” John Cotton Dana
“Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñas.” José Ortega y Gasset

15 sept 2011

La verdad (histórica) y la objetividad del profesor de historia


Muy interesante el valor que vamos a trabajar durante el curso 2011/12 en el colegio: la Verdad. Y muy interesante, digo, porque ¿a caso es otra la tarea del historiador (y por extensión la del profesor de Historia o Ciencias Sociales) más que la “búsqueda de la verdad”?. Pero, ¿qué es la verdad en Historia?, ¿cómo se llega a conocer la verdad histórica?

Lo que me ha quedado claro este verano (más claro todavía después de leer a Paul Preston) es que debemos enseñar a nuestros alumnos a que no todo vale cuando se habla de la búsqueda de la verdad histórica. Ésta, se busca afanosamente por historiadores honestos que investigan, contrastan, y hacen referencia siempre a todo tipo de fuentes y documentos fiables y comprobados. El problema, sin embargo, reside en que no todos los historiadores son así. O ni siquiera son verdaderos historiadores. Algunos parten ya de un punto de vista a priori de los hechos y se limitan a buscar todo aquello que corrobore sus tesis.

Si estamos de acuerdo que la subjetividad humana es inevitable, debemos diferenciar claramente cuándo esa subjetividad se atempera mediante la honradez del historiador y cuándo se utiliza para manipular. En España, esta cuestión la estamos viviendo desde hace mucho tiempo, por desgracia. Desde 1996 aproximadamente, estamos asistiendo a un revisionismo soez que utiliza la Historia, descarada y abiertamente de forma partidista, fomentado todo ello desde diversos medios de comunicación. (Aunque la última polémica no la ha generado, sin embargo, ningún  periódico, radio o  televisión sino, agarraos fuerte, la Real Academia de la Historia. Sobre este asunto os recomiendo encarecidamente el siguiente artículo: La Academia y la Historia. Julián Casanova. El País )

Y todo este lío, ¿a qué viene?. ¿por qué comienzo el curso con este rollo tremendo sobre la verdad verdadera y las medias verdades y mentiras gordas en torno a la Historia?. Es el resultado de una profunda reflexión después de haber leído la última obra del historiador británico Paul Preston, El holocausto español.  Odio y exterminio en la Guerra Civil y después. Debate, 2011. Se te queda helada el alma con cada página de esta ingente obra, que al historiador británico le ha supuesto muchos años de trabajo, sudor y lágrimas. Al acabar el libro, comienzo a pensar cómo narrar los hechos en el aula, cuando lleguemos a la Unidad Didáctica que trata la Guerra Civil española: ¿me limito a que todos estudien lo que el libro propone, de una manera más o menos aséptica?, ¿vemos algún vídeo sobre el asunto y trabajamos unos textos que después comentaremos… y ya está?.

Pues no. De ninguna manera. No hay posibilidad alguna de ser neutral. Ni quiero ni puedo ni, sobre todo, debo ser imparcial. Mi labor como profesor me obliga a mojarme, a olvidar algunas sandeces del tipo: "cuando entras en un aula debes ser totalmente aséptico", que nos decía alguna profesora, de cuyo nombre no quiero acordarme, en la facultad. Partimos de la base de que en una sociedad libre, amparada por una Constitución democrática (y ratificada mayoritariamente por todos los españoles), mi primera labor como docente es educar a los alumnos dentro de ese marco, imparta la materia que imparta.

Por lo tanto, si estamos en una democracia y yo, como profesor, debo fomentar los valores y las actitudes democráticas entre mis alumnos, no puedo justificar de ningún modo a los que causaron una guerra civil en España e implantaron una dictadura atroz durante casi cuarenta años. Aunque esto levante sarpullidos  y polémicas todavía hoy. Aunque haya muchas visiones distintas sobre el asunto, diametralmente opuestas. Aunque media clase política española se siga negando a condenar el régimen franquista. Aunque se haya implantado una visión de aquella época en la que no hubo buenos y malos, en la que todos fueron iguales.

Para no extenderme demasiado, voy a terminar este primer artículo del curso extractando una entrevista que Juan Cruz le hizo a Preston en el País Semanal, y que leí este verano, cuando ya había empezado la lectura del citado libro.

[…]
Al estudiar las condiciones de vida de los mineros de Asturias o, más todavía, de los jornaleros del sur, me indignaba y me preguntaba: Cómo es posible, primero, que haya gente viviendo en esas condiciones, y más todavía, que hubiera los que se oponían a las reformas para mejorar sus vidas?". Las reformas de la República, denunciadas por la derecha como revolucionarias y como locuras, me parecían humanitarias. Esto me provocó o estimuló una actitud que yo diría ética respecto a lo que estaba estudiando.
[…]
Sí, hay esa tendencia a decir que todos eran igual de malos
Y es una tesis que prospera entre historiadores serios y merecedores de respeto: todos eran igual de malos, hay una equivalencia de culpa para la guerra civil española Y de la República van sumando los actos de violencia y resulta que había más cometidos por personas de izquierda Eso responde a una metodología estadística que no reconoce la realidad de las circunstancias. Es decir, los propietarios tenían muchísimas armas sin tener que recurrir directamente a la violencia, no tenían que ir y pegar a nadie, los podían destrozar económicamente El gran fallo de esa historiografía de equivalencia es su falta de empatía humana; es no entender lo que supone la desesperación de los obreros que tenían que presenciar una situación en la cual sus hijos morían de hambre o de falta de tratamiento médico.
Da escalofríos lo que usted cuenta sobre la construcción del odio entre nosotros
Ahí habría que añadir el poder de la prensa de entonces. Hoy día es otra cosa, porque se han fragmentado los medios. Pero entonces lo que se repetía constantemente acababa siendo creído. Se fomentó la envidia a partir de las comparaciones económicas; estaba el señoritismo El libro está lleno de citas representativas de la construcción de ese odio Mire lo que dice aquí este señorito, que los señoritos son los verdaderos demócratas porque se follan a las hijas del pueblo. Ya no estamos hablando de la construcción de la envidia, estamos hablando de la construcción del odio. Los responsables realmente son pocos; las víctimas, muchísimas. Ese es el asunto. Si los que decían que lo hacían por patriotismo, para salvar a España, hubieran sido consecuentes, el mismo 18 de julio habrían propuesto un gobierno de coalición con militares. ¡Ni hablar! Ya habían decidido que había que matar a las autoridades republicanas y a los oficiales de los sindicatos La idea de que los fallos de la República, que los hubo, justificaba la matanza me cuesta aceptarla. Por eso a quien dice que, siendo hispanista, uno debe ser totalmente aséptico y frío, le diría que, por supuesto, eso se puede hacer así si no tienes simpatía humana. Y yo la tengo respecto de España.

Bueno, pues eso. Feliz curso 2011-2012. Y recordad que "La verdad os hará libres".

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